lunes, 8 de diciembre de 2008

Nala


El perro es el mejor amigo del hombre. Eso dicen. Yo digo que depende. Depende del perro que te toque. Ahí está para probarlo el perro de mi tía. Mejor dicho la perra. Y esto lo digo sin acritud. Pero es que esta perra es de las que como se encariñe contigo la has cagado. Dos días en casa de mi tía han bastado para que nunca olvide a esa maraña de pelos blanca que parecía mi sombra.

Abre mi tía la puerta para recibirnos a mi padre y a mí, después de ese viaje de 6 horas en bus a Oviedo con parada en Villalpando,un pueblito de Palencia, que llega uno pensando cómo puede ser que se tarde casi menos en hacer un Madrid-Nueva York, y va y se me tira ese chucho encima. Con las patas para arriba como para que la acariciara. A mí. Te juro que algunos perros es que no tienen el sentido de la distancia, y esta perra es uno de ellos. Vaya por delante que yo no soy de perros. Siempre me han ido más los animales sosos: unos peces o unas tortugas. Esa clase de bichos que puedes tirar en un estanque público cuando se hacen grandes y salir pitando sin mirar atrás. Sin una voz interior que te diga "él nunca lo haría". Pero ahí estaba Nala, que así se llama la susodicha, lamiéndome la mano mientras me daba mordisquitos en ella para saludarme. Y oigo de lejos a mi tía (de lejos porque yo ya estaba como en trance), que me dice que es su manera de darme besos. Eso me hizo gracia. A mí también me gustaría lamer y dar mordisquitos a algunos cuando me los presentan y no lo hago. Y no será por falta de ganas (en algunos casos). Pero no lo hago, ¿por qué? Por respeto. Pero es lo que te digo, esta perra no respeta a nadie.

Dos días de puente con la perra. Que se dice pronto. Una perra que como se supone que es pequeña, no controla los esfínteres. Llevo el "eau de Nala" impregnado en mí. Tenía predilección por venir a mi habitación a dejarme regalito. Yo creo que como en el fondo no había buen rollo entre Nala y yo, lo que venía era a marcarme el territorio. Hacerme saber que yo estaba sólo de paso. A mí me da cosa por mi tía. Yo no sé cómo será cuando un niño pide pipí para un padre, pero cuando a Nala le de la real gana de hacer sus cosas en el parque como a todos los perros seguro que hacen fiesta en casa de mi tía.

Hubo un día que vomitó y todo. Como te lo cuento. Vomitó en el sofá del salón. El vómito lo limpiaron, claro. Pero yo tenía localizada la manchita. Al día siguiente estábamos viendo una serie en la tele, yo en un sillón lateral. Y va y me dice mi tía que me siente con ella, para ver mejor la serie. Ahí, en toda la manchita. Y yo "no tía, si veo la tele perfectamente desde aquí". Y mi abuela, que está fatal de las piernas pero que de todo lo demás me da mil vueltas, me delató, a lo Gestapo, y dijo, "es que a Jaime no le gusta el perro". Y yo "anda qué tontería". Así que con todo el dolor de mi corazón, sonriendo, me levanté y me senté. Al lado de mi tía. En la manchita. En ese momento yo no me la podía ver, pero seguro que tenía la vena del cuello como se le pone a veces a María Patiño cuando interroga a un famoso. A punto de reventar...

lunes, 1 de diciembre de 2008

Cerrando temas

Por cerrar el tema fístula: la ecografía fue reveladora, pues se trataba de una falsa alarma (no estaba embarazado). Así que por ahora no me tengo que operar. Pongo esta entrada tan cutre para aclararlo, porque aunque suene egocéntrico, sé que tengo mi público, siento su calor ahí, en el cogote, y sé que ese público incondicional no podría dormir tranquilo sin saber de mi culito.
P.D.: no estoy fumao, es que es noche de lunes, y no he dormido casi. Me voy a mimisito zzzzzzzz