domingo, 15 de febrero de 2009

Querido Eduardo


Querido Eduardo,
¿Cómo estás? ¿Cómo va todo por ahí? Aquí, desde el otro lado de la barrera, todo bien. Deseando verte. Bueno, yo y todos.

Pero lo primero es lo primero, y lo primero es agradecerte que te estés tomando tu tiempo para venir. Debes tener un oído muy fino y haber pillado algo desde ahí dentro, para saber el follón que tenemos montado aquí, sobre todo con la abuela con la pierna escayolada. Sí, sí, estoy seguro de que a la abuela la conoces. Es esa voz que sin duda te habrá llegado desde fuera. La habrás reconocido porque te parecerá como si llegase desde dos sitios a la vez. Esto, evidentemente, tú sabes que no es posible, así que cuando salgas verás que es la misma persona, y que lo que pasa es que no para. Pero fíjate que ahora la abuela está temporalmente tranquila, sin mucho movimiento con su pie escayolado. Con un poco de suerte le quitan la escayola antes de que hagas tu aparición estelar, y esto es justo lo que quiere. Ella lo expresa a la perfección con un simple “es que si se adelanta y yo sigo así, sin poder hacer nada, esto se hunde”.

Además, estamos rematando algunos pequeños detalles de última hora; en este sentido te quería pedir si me podías guardar un secreto. Verás, resulta que vienes con unos juguetes debajo del brazo para tu hermano. Vas a ser como un pequeño rey mago. Ya lo irás viendo, pero la mente de la gente es supercompleja. Lo vas a flipar. Aquí fuera, la gente tiene unos síndromes súper raros, que si el síndrome de Diógenes, que si el de Estocolmo...pero a ti el que te puede afectar por un tema de acción-reacción es lo que se conoce como el síndrome del "príncipe destronado". Y es que un hermanito celoso te puede complicar la existencia. Y como en el fondo somos unos monárquicos, y no queremos destronar a nadie, que sepas que haremos como que tú le estás trayendo un camión y un superlego a tu hermano. No te preocupes. Ya los hemos comprado por tí. Sólo tienes que hacerte el loco y guardarnos el secreto. Tú míralo como una inversión. Así tu hermano te verá como ese bebé que le trajo juguetes cuando llegó. Siempre te verá como ese pequeño benefactor. Y esto te hará mucho bien. Él es tan pequeñito que no se dará cuenta, pero en el fondo ahí queda: es lo que se llama el poder del subconsciente.

Respecto a tu llegada hay algo que me quita el sueño. Algo con lo que no estoy tranquilo. Me preocupa que te cueste encontrarme al principio entre toda la familia, con todo el follón que habrá en la habitación del hospital. Y es que tanta gente, tanto regalo…te pueden aturdir. Sólo se me ocurre decirte que cuando veas a un joven apuesto, musculoso (sobre esto hay criterios), y por qué no decirlo, tremendamente atractivo, sabrás que has dado con tu tío. Claro que quizá con esta definición no me encuentres, no te cuadre, o incluso te sorprenda luego cuando me veas, pero querido sobrino, como dice el proverbio chino…”lo esencial es invisible a los ojos”.

Por mi parte nada más. Quedo a la espera. Tengo permanentemente encendido el móvil por si recibo esa llamada de tus papás a cualquier hora: la señal de que tengo que recoger a tu hermano y llevarlo con los abuelos para hacernos cargo de él, mientras tú, querido Eduardo, abres los ojos al mundo.

Nos vemos muy pronto. Un besito,
Tío Jaime

3 comentarios:

El llanero solitario dijo...

Ya veo que tienes el mejor regalo por abrir. Que lo disfrutes. Puede que lo esencial sea invisible a los ojos pero no creo que su tío le pase desapercibido

zaida dijo...

¿puedo ser tu sobrina?

Jaime dijo...

ays zaida, mira que eres pini, pero no sé si pasarías por mi sobrina. claro que siempre puedo decir, como con mi sobri con sus 3 kiletes, que es que has venido "practicamente criada ya"