
Esta semana he leído una noticia que me ha dejado de piedra. Dentro de unos días hará diez años del asesinato de un chico gay en Estados Unidos. El 12 de Octubre de 1998, el chaval de la foto estaba en un bar gay de Wyoming, cuando 2 chicos se lo llevaron mediante engaños a un descampado, donde tras ser salvajemente torturado, fue abandonado. Estuvo 18 horas solo, bajo gélidas temperaturas. Finalmente, fue encontrado gravemente herido y, tras varios días en el hospital, falleció.
El asesinato fue un revulsivo entonces, porque la muerte de Matthew Sheppard abrió un debate sobre la legislación contra los crímenes por prejuicios en Estados Unidos. Al leer la noticia, me he dado cuenta de que ni remotamente me acordaba de este suceso. Echando la vista atrás, en 1998 yo estaba acabando la carrera y ni siquiera era consciente de muchas cosas. Sabía que había gays, pero no pensaba que yo fuera uno. Sólo pensaba en el examen del día siguiente. Tan enfrascado estaba en los estudios… Las cosas han cambiado, la vida pasa. En 1998 yo tenía 24 años. Este chico sólo 21.Yo desde entonces he vivido muchas cosas, sobre todo de descubrimiento personal, sobre quién era yo realmente aparte de lo que se esperaba de mí. Y con todo ello han venido amores, algún que otro desengaño, y buenos amigos…. Pero no puedo evitar compararme con este chico que fue noticia en el mundo va a hacer ahora diez años. He leído cómo su madre relata que cuando le recogieron medio congelado, tenía toda la cara llena de sangre, a excepción de unos surcos que partían de los ojos, que era por dónde habían corrido las lágrimas. Miro su foto. Me parece muy guapo. Está mirando así como de lado, sonriendo a algo o a alguien. Como se sonríe a los 21 años. Ahora miro la foto del descampado. La valla a la que fue atado y abandonado a la intemperie. Pienso en cómo debieron ser esas 18 horas solo. Y no puedo ni imaginármelo. No quiero.
